domingo, 20 de mayo de 2012

El cordón umbilical entre madres e hijas y la culpabilidad sexual




Debido a que tenemos el mismo sexo que nuestras madres es más difícil para nosotras, las hijas, que para los hijos, el separarnos y encontrar nuestra verdadera identidad. Cada discusión o diferencia de opinión se convierte así en una amenaza para la niña ante el temor de perder el amor o la aprobación de la madre.


Según Nancy Friday en su libro “My mother, My self” crecemos con la idea de que el amor de una madre es diferente a otros tipos de amor, es un amor sacrosanto, fuera de cuestión. La madre intenta ofrecer una imagen ideal en la que la “maternidad perfecta” excluye a la mujer que hay en ella y a su sexualidad. A las niñas se les enseña que el sexo es algo prohibido pero ellas perciben que sus madres lo practican, comprenden entonces que les están mintiendo. Por otro lado a las niñas se les enseña que su madre es una amiga a la que tienen que contarle todo, pero ellas saben que la madre no lo hace y que tiene “su secreto”. La relación madre-hija supuestamente basada en un vínculo de confianza es percibida por la niña como una manipulación ante la que no puede revelarse porque “el secreto” de su madre es tabú. Lo que la autora denomina “la mentira original” genera el resentimiento que la niña y la adulta en la que se convertirá tendrán a menudo hacia su madre.


Este resentimiento se proyectará más tarde en sus relaciones con su pareja en las que podrá sentirse querida y manipulada a la vez e incluso podrá interpretar la manipulación como algo normal a lo largo de su vida amorosa.



A la niña, cuando crece, le gustaría que su madre aprobase las señales sexuales que va manifestando. En la medida en la que la niña se encuentre cómoda con su desarrollo sexual y con su
cuerpo será capaz de convertirse en una mujer independiente y disfrutar plenamente de su sexualidad. 


Desafortunadamente esto raramente ocurre - de hecho es frecuente en consulta escuchar a pacientes que cuentan que de niñas fueron “pilladas” por sus madres mientras se masturbaban con la consiguiente reprobación y/o humillación. La niña siente que el sexo la hace diferente de su madre que es la única fuente de amor de la que sabe puede depender y, a menudo, inhibe su sexualidad o la vive asociada a un sentimiento de culpa.



Es frecuente observar en mujeres dependientes emocionalmente que se enamoran fácilmente apenas mantienen relaciones sexuales con alguien. Este mecanismo psicológico es una manera de justificar el sexo con un “amor noble”, de ese manera encubren los sentimientos de culpa que les generaría el admitir que el sexo es también posible sin amor, y que, de hecho, es así al principio de una relación ya que el amor se construye gradualmente. Esta falsa creencia tiene su raíz en que la mujer durante la infancia ha asumido que su disfrute del sexo es, en cierta medida, una traición hacia su madre.
De aquí la importancia de que las madres animen a sus hijas desde pequeñas a ser ellas mismas, sin temor a manifestar su sexualidad. Una imagen de la madre percibida también como mujer que disfruta del sexo permitirá a la niña a aceptarse el día de mañana como mujer.
El éxito de la relación de una mujer con su pareja dependerá en gran medida de si ha sido capaz o no de romper el vínculo niña-madre sustituyéndolo por un vínculo adulta-adulta. Una mujer que no haya sido capaz de romper con este vínculo tendrá una mayor tendencia a crear relaciones de dependencia con sus parejas y a ejercer un papel de sumisión.







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